Es la peor tragedia aérea en territorio brasileño en 17 años se llevó muchas otras vidas por delante.
La familia, que había migrado a Brasil, estaba entre los 62
ocupantes del avión que se precipitó el viernes en una zona residencial en Sao
Paulo.
Abordaron el avión en Paraná, en el sur de Brasil, para un
largo viaje hasta su natal Venezuela. Pero el plan de Josgleidys González, su
madre, María Gladys Parra, y su pequeño Joslan Pérez, de cuatro años, se truncó
al estrellarse la aeronave en la que viajaban.
La familia, que había migrado a Brasil, estaba entre los 62
ocupantes -58 pasajeros y 4 tripulantes- del avión que se precipitó el viernes
en una zona residencial de la localidad de Vinhedo, en el estado de Sao Paulo.
Josgleidys tenía 25 años y su bebé apenas meses cuando
llegaron hace cuatro a Cascavel, una ciudad de 350.000 habitantes del estado de
Paraná, donde ella trabajaba de cajera en un supermercado, según indicó a AFP
Thaiza Evangelista, una allegada brasileña.
El viaje que emprendían el viernes a su país era para
tramitar documentos y seguir hasta Colombia en un nuevo intento de tener una
mejor estabilidad económica porque en Brasil la vida les resultaba demasiado
costosa.
«Tenían la intención de ir a Colombia porque tenían
familiares allí y no necesitarían pagar vivienda, porque aquí lo más difícil
era el alquiler», relata Evangelista, que las semanas previas a su partida los
ayudó con los preparativos.
Evangelista, de 52 años, también los convenció de llevarse a
su perrita de seis meses, Luna, e hizo una colecta para costear los gastos,
sobre todo por Joslan, dice, «que lloraba sin parar porque no la quería dejar».
La travesía empezaba en este vuelo de Cascavel a Sao Paulo,
después vendría otro avión a Boa Vista (norte). Ahí tomarían una camioneta para
ir a Pacaraima, cerca de la frontera venezolana, y de allí se montarían en un
autobús que tardaría 12 horas en llegar a su localidad natal en el estado
Bolívar.
«Ella me mandó un último mensaje, decía que todo había
salido bien y que ya iban a abordar el avión», recuerda Evangelista.
Un rato después, comenzó a recibir mensajes de que un avión
con destino al aeropuerto de Guarulhos se había caído.
«Me empecé a desesperar, fui hablando con todo el mundo, no
salía la lista (de víctimas), hasta que tuve la confirmación de que era su
vuelo», cuenta por teléfono desde Cascavel, donde amigos y vecinos se reunieron
tras la conmoción de la noticia.
La aerolínea Voepass confirmó que en el vuelo 2283 viajaban
Josgleidys, su madre María Gladys Parra, Joslan Pérez y la perrita Luna.
«Josgleidys era una guerrera» y era muy querida. Es muy
difícil mantener la dulzura, la honestidad, la integridad, habiendo pasado por
tantas cosas duras», dice Evangelista.
Neirelis Orta, una venezolana de 33 años que también migró a Brasil y vive desde febrero en Cascavel, trabajaba con Josgleidys en el supermercado.
«Ella siempre estaba con que no quería gastar porque estaba
ahorrando para ir a hacer esos documentos. Me da mucha tristeza, privarse de
tantas cosas, de comer, de ponerte algo que te gusta porque tienes un plan, un
viaje, y que se acaben tus sueños así de la nada», dice Orta a la AFP. «Estamos
destrozados, y lo único que decimos es que ella no se lo merecía. Qué
horrible».
La peor tragedia aérea en territorio brasileño en 17 años se
llevó muchas otras vidas por delante.
Entre el viernes y el sábado, una operación con 200 personas
logró recuperar los cuerpos de todas las víctimas, que perecieron aplastadas
entre los hierros del fuselaje o carbonizadas.
Las labores de identificación, en la mayoría de los casos, van
a requerir análisis de ADN.
Como Josgleidys, unos 7,7 millones de venezolanos han
emigrado en los últimos años por la crisis económica y política del país, según
cifras de la ONU.
Fuente: NTN24